El viaje lleva al mandatario a Portugal, España, Francia, Italia y a El Vaticano. El gobierno busca consensos en países que ya tienen afinidad política con la Argentina Se advierte cierto “facilismo” en el armado de la agenda.

¿Para qué sirven los viajes presidenciales? Hay viajes que son estratégicos o definitorios de cara al futuro, por ejemplo, aquellos con los que se cierran acuerdos de libre comercio, se conforman alianzas políticas o se firman tratados de paz. Pero la mayoría de los traslados que realizan los mandatarios atienden a cuestiones meramente protocolares: participación en cumbres, declaraciones conjuntas sobre cuestiones superfluas o simplemente se tratan de excusas para escapar de las complicaciones domésticas.

Surge entonces la segunda pregunta: ¿De qué sirve en particular este viaje del presidente Alberto Fernández? La actual gira por Europa se inscribe en el segundo grupo, entre los viajes de menor envergadura. El presidente Fernández recorre el viejo continente buscando consensos para la negociación que su gobierno está encarando con el Fondo Monetario y el Club de París. Se trata de una cuestión trascendental para el futuro de la Argentina, por lo que la valía disminuida de su viaje no se trata de su objetivo, el cual resulta relevante, sino de la agenda dispuesta y los destinos elegidos.

El presidente Fernández comenzó su gira europea visitando Lisboa, donde se reunió con su par, Marcelo Rebelo de Sousa, y hoy compartirá un almuerzo con el primer ministro, Antonio Costa. Portugal ocupa un lugar particular en la historia argentina. El único presidente que lo visitó antes fue Fernando de la Rúa, en noviembre del año 2001, unas semanas antes del estallido de la crisis y de abandonar el poder (a pesar de que Portugal fue uno de los primeros países en reconocer la independencia de la Argentina, ningún mandatario había ido antes). Existe ahora un interés renovado debido al intento por copiar la salida “a la portuguesa” en la negociación con el FMI. Algunos en el Frente de Todos elevan loas a este mitificado modelo y sueñan con copiar el “milagro portugués” (aunque cuentan con una visión reducida y sesgada de la receta aplicada y los resultados obtenidos por Antonio Costa). Quizás por eso haya sido este el primer destino de Alberto Fernández.

La gira lo llevará luego a España, Francia, Italia y al Vaticano. Visita países que son gravitantes en el escenario europeo. Aunque el dato de mayor relevancia refiere a las naciones que no visita y son más determinantes en el directorio del FMI, en particular Alemania, Gran Bretaña y Holanda. El gobierno está buscando consensos en países que ya tienen afinidad política con la Argentina (España e Italia) y suma en su ruta la cuna del Club de París, por eso la visita a Emmanuel Macron. Se pone de manifiesto cierto “facilismo” en el armado de la agenda del presidente Fernández.

Si el viaje es exitoso y Alberto Fernández trae consigo el apoyo de los gobiernos de Portugal, España y Francia, y el apoyo del Papa Francisco (con el que ya sabe que cuenta en esta materia), será una buena noticia. Sin embargo, no implicará un paso adelante sustancial en las negociaciones. En las últimas horas, se conoció que el presidente podría buscar también un encuentro con la titular del FMI, Kristalina Georgieva. La reunión generará un gran interés, pero a los fines prácticos, aunque la opinión de su titular cuenta, los que aprueban o rechazan un acuerdo son los miembros del organismo.

En el FMI, la cantidad de votos depende de la cuota que aporta cada socio (quienes más contribuyen tienen mayor peso a la hora de tomar decisiones). Por eso, para alcanzar un acuerdo se necesitará el apoyo decisivo de Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido y Holanda. Pero el presidente Fernández, consciente de su propia debilidad, la cual es evidente a nivel doméstico y se traslada también al ámbito internacional, prefiere moverse en su zona de confort. Sumar el apoyo de España, Italia y Portugal no es suficiente. Incluso con el de Kristalina Georgieva tampoco lo es.

Por otro lado, Alberto Fernández decidió viajar junto al ministro Martín Guzmán, el mismo que hace una semana no pudo cambiar a su subsecretario de Energía ni subir las tarifas de electricidad para cumplir con lo establecido en el presupuesto que él elaboró. La reducción del déficit, y por lo tanto de los subsidios energéticos, es un requisito para alcanzar un acuerdo con el FMI. A pesar de esto, el poder de Guzmán fue cercenado por los sectores más duros de la coalición frente a la pasividad del presidente Fernández. Las contradicciones son evidentes y hay dudas respecto al rol que puede cumplir el ministro de Economía en las negociaciones. La autoridad de Guzmán ha quedado devaluada y los compromisos que pueda asumir en las negociaciones deberán luego ser ratificados por los sectores más duros de la coalición que, tal como ha quedado en evidencia, pesan en las decisiones de política económica. Mientras tanto, los negociadores del FMI y del Club de París observan con atención esta dinámica confusa en el proceso de toma de decisiones.

Por todo eso, no es mucho lo que puede esperarse de la gira europea. Frente a este escenario insustancial, la centralidad está puesta en la reunión con Francisco. Hay expectativa por ver cómo el Papa recibirá al presidente argentino, teniendo en cuenta la reciente legalización del aborto y la compleja situación que se vive en Argentina, particularmente en términos sociales con la pobreza superando el 40%. Fuentes cercanas a El Vaticano afirman que su visita no era del todo bien vista en este contexto.

Nadie espera que el presidente consiga mucho más que lo ya obtenido por Martín Guzmán en la gira que el ministro realizó por Europa hace muy poco, a mediados de abril: solo gestos de buena intención. Para evitar una crisis aún más grave, avanzar en un acuerdo con el FMI y evitar un default con el Club de Paris, Argentina necesitará mucho más que gestos.

Fuente: https://tn.com.ar/opinion/2021/05/10/la-gira-europea-del-presidente-fernandez-y-los-gestos-de-buena-intencion/