Al peronismo nunca le fue bien en la ciudad y todo hace suponer que esto tenderá a continuar al menos en las próximas elecciones. Larreta era una amenaza latente. Ahora, se convirtió en una mucho más real.

El viernes pasado, en un acto que encabezó en Santa Fe, el presidente Alberto Fernández afirmó: “Soy el más federal de los porteños. Nos llena de culpa ver a la Ciudad de Buenos Aires tan opulenta, bella, desigual e injusta con el resto del país”. Rápido de reflejos y con mucho sentido común, la respuesta de Horacio Rodríguez Larreta no tardó en llegar: “Si Buenos Aires es opulenta, habría que tratar de nivelar para arriba”. Dos visiones totalmente contrapuestas. Curioso: la grieta en su máxima expresión, protagonizada por dos líderes considerados “palomas” en sus respectivas coaliciones.

Hay dos razones que pueden haber llevado a Alberto Fernández a iniciar este embate contra la Ciudad de Buenos Aires.

Primera hipótesis

El presidente, un peronista de pura cepa que como tal hizo del pragmatismo más extremo su ideología cotidiana, cree que ahora le conviene modificar los versos de Hugo del Carril. Donde dice “Combatiendo al Capital”, Alberto prefiere ahora un “Combatiendo a la Capital”. Vale la pena recordar que hasta hace poco el presidente era el titular del Partido del Trabajo y la Equidad (ParTE), una pequeña agrupación prácticamente desconocida que él mismo creó en 2012, para lo cual debió renunciar al peronismo. Para sorpresa de muchos, ParTE sigue en funcionamiento y en 2019 fue uno de los 17 partidos que integró el Frente de Todos, aportando nada menos que al candidato presidencial.

En la repartija de cargos, otro integrante de este minúsculo “espacio”, Guillermo Nielsen, logró la presidencia de YPF, aunque es cierto que la que supo ser la empresa más grande del país no pasa por su mejor momento. Notable récord personal el de Alberto Fernández: antes de reconvertirse en y competir como un líder “progresista” que ahora extraña a los líderes populistas que ya no gobiernan en la región, solo había sido candidato en una ocasión, representando a las ideas que ahora dice combatir.

Ocurrió en el año 2000, cuando fue electo legislador en la “opulenta” Buenos Aires, por “Encuentro por la ciudad”, alianza de centro derecha que se conformó para sostener la candidatura de Domingo Cavallo a jefe de gobierno, integrada por Acción por la República, Partido Federal, Nueva Dirigencia (Gustavo Beliz) y una parte del PJ que decidió apoyar a Cavallo, del allí provenía Alberto Fernández. E

El hermano de Vilma Ibarra (actual Secretaria Legal y Técnica), Aníbal, que por entonces pertenecía al FREPASO, resultó victorioso en aquellos comicios. El que luego fuera jefe de gabinete de Néstor y Cristina Kirchner nunca más volvió a presentarse a un cargo electivo, hasta el año pasado. Se trata entonces de una historia de desencuentros ideológicos con sus votantes: cuando fue un candidato de centro derecha, en la ciudad ganaban los progresistas. Y ahora que finalmente Alberto Fernández quiere ser visto como un socialdemócrata hecho y derecho, los porteños vienen hace una década y media dándole satisfacciones a candidatos moderados. Como dice ese refrán de origen bíblico, “nadie es profeta en su tierra”.

Segunda hipótesis

Complementaria a la primera, es que Alberto Fernández pretende capitalizar el histórico malestar que existe en el interior del país con Buenos Aires, aunque nunca queda claro si se trata de la ciudad, la provincia, o ambas. Las dos últimas opciones implicarían un nuevo conflicto con CFK pues antes de ocupar su actual cargo ella era senadora por la provincia, puesto desde el cual teóricamente debía velar por los intereses de los bonaerenses.

Alberto intenta instalar que el problema que existe respecto a la inequitativa distribución de los recursos está corporizado en la Ciudad de Buenos Aires. Si eso es así, ¿es acaso algo nuevo, derivado de la pandemia sin virus que por cuatro años padeció el país bajo el liderazgo del “porteño” Macri? Si no se trata de una novedad, sino más bien de una situación estructural, ¿qué hicieron Néstor y Cristina al respecto durante doce años en el poder?

Tal vez, convendría poner la discusión en contexto y observar los números. Un estudio de IARAF muestra que en 2019 la provincia se llevó el 20% de los recursos de las transferencias automáticas de recursos de la coparticipación, mientras que CABA se llevó el 5,2%, bastante menos que Córdoba (8,2%) y Santa Fe (8,4%), provincia desde la cual el autodenominado “más federal de los porteños” lanzó sus polémicas declaraciones. A propósito, excepto los rosarinos María Eugenia Bielsa y Agustín Rossi, ¿qué otros integrantes de su diverso gabinete provienen del interior? ¿Acaso su jefe de asesores puede contribuir con la visión del interior profundo?

Asimismo, mirado en términos del ingreso per cápita, es cierto que la ciudad es el distrito mejor posicionado del país. Pero otras provincias patagónicas, como Neuquén, Tierra del Fuego y la propia Santa Cruz también tienen un ingreso superior a la media, y mucho más elevado que las regiones menos favorecidas, sobre todo gracias a los recursos que obtienen de las regalías petroleras. ¿Deberían también ellos sentir culpa o, según Fernández, eso habría de limitarse a los porteños? ¿Algún comentario para hacer sobre la distribución del ingreso en las provincias “pobres”, donde los más ricos suelen estar estrechamente ligados a los negocios de la política?

¿Por qué entonces los cañones del FDT apuntan a la Ciudad de Buenos Aires?

Tal vez por resignación: con excepción de Erman González en 1993, cuando el presidente era funcionario de Menem, al peronismo nunca le fue bien en la ciudad y todo hace suponer que esto tenderá a continuar al menos en las próximas elecciones. De la Rúa y Macri, los dos últimos presidentes en derrotar al peronismo, fueron jefes de gobierno porteño. Y Rodríguez Larreta se perfila como la próxima pesadilla. Antes de la pandemia, la administración de Fernández se disponía a quitarle un porcentaje de los recursos de la coparticipación. Ahora que la agenda oficial cambia de prioridades, al abandonar la obsesión por la cuestión sanitaria (aunque las cifras indican que la cosa se complica a diario), es muy probable que el gobierno nacional insista y vuelva a la carga. Larreta antes era una amenaza latente. Ahora, se convirtió en una mucho más real.

Seguro el presidente puede dar fe de la opulencia de esta ciudad. Antes de mudarse a Puerto Madero, vivió en Recoleta, donde también reside su vicepresidenta. Son los dos barrios más caros de la ciudad.

Fuente: https://tn.com.ar/opinion/de-combatiendo-al-capital-a-combatiendo-a-la-capital/2020/08/31/4RI3LTSTFNGH7LSKFQ64GDWI24_story/